Thursday, May 10, 2007

Expectativas: Cuándo lo que esperamos de los otros no sucede

Expectativas: Cuándo lo que esperamos de los otros no sucede
Por Damian Goldvarg

Para poder vivir en sociedad es necesario desarrollar acuerdos con la gente que nos rodea. Esto nos permite poder convivir con relativa armonía y satisfacer nuestras necesidades mutuas. Hay acuerdos que se discuten abiertamente y otros que no, que se dan por obvios. El problema es cuando eso que damos por obvio, no lo es tanto para los otros. Para poder satisfacer nuestras expectativas, es decir, lo que nosotros esperamos de los otros, el primer paso es claramente definir qué es eso que esperamos. No podemos pretender que los otros puedan leer nuestra mente. Si no somos claros en relación a lo que necesitamos de los otros, no podemos esperar que satisfagan esas necesidades. Veamos algunos ejemplos. Si quedamos en encontrarnos con un amigo, le podemos pedir que nos llame al teléfono celular si se va a retrasar para saber qué está pasando y por qué no llega a tiempo. Pero si nosotros no hacemos ese pedido, quizás nuestro amigo considere obvio que no está llegando a tiempo porque está retrasado y que no necesita llamarnos para avisarnos porque nosotros nos daremos cuenta de eso. Me pueden decir que llamar por teléfono para avisar que llegaremos tarde es un acto de cortesía y respeto mutuo y que esperar que nos llamen si están retrasados es algo obvio que no necesita pedirse. Pero… ¿es tan obvio? ¿Cuándo tú te retrasas, llamas para avisar que no llegarás a tiempo? Veamos otros ejemplos. Para nuestro cumpleaños esperamos que nuestros amigos cercanos y familiares se acuerden de nosotros y nos llamen para saludarnos. Pero si no nos llaman, es porque quizás se olvidaron. ¿Qué significado tiene eso? ¿Qué no somos importantes para ellos? Si no nos llaman, ¿tenemos derecho a enojarnos? ¿Es necesario que le hagamos saber a la gente que nuestro cumpleaños es importante para nosotros y que esperamos que nos llamen? Quizás hay personas a las que no les importa mucho que les llamen para saludarles y tampoco llaman a otros. Por lo tanto, el no llamar a sus amigos o familiares para su cumpleaños no tiene un significado importante para ellos pero puede tenerlo para los otros. Si tenemos un examen importante o una experiencia en nuestras vidas que es única o desafiante, también esperamos que los que están cercanos a nosotros demuestren algún tipo de interés y nos llamen para alentarnos, desearnos suerte o preguntar cómo nos fue. Pero si eso no sucede, puede ser que nos desilusionemos, o cuestionemos nuestras relaciones. Lo que me pregunto es hasta qué punto es realista tener estas expectativas. Algunas de estas expectativas tienen que ver con el interés de los otros a nuestra persona. Pero que no hagan lo que nosotros esperamos, ¿significa que no nos quieren o que no somos importantes para ellos? Quizás sea necesario explorar un poco más nuestras reacciones y averiguar qué es lo que llevó a los otros a tener ese comportamiento que nosotros no esperábamos. A lo mejor sólo se olvidaron. Todos somos humanos, cometemos errores, y tenemos olvidos. Diferentes personas tienen diferentes formas de demostrar su cariño e interés en nosotros. Lo que sería un comportamiento natural para nosotros, puede que no lo sea para los otros. Saltar a conclusiones rápidamente puede llevarnos a desarrollar ideas equivocadas. ¿Qué podemos hacer para evitar esto? Primero clarificar con los otros cuáles son nuestras expectativas, que es lo que esperamos y si eso no sucede preguntar las razones por los comportamientos de los otros. Es decir, poder entender por qué hicieron o no hicieron algo. El entendimiento de los otros puede evitar que saltemos a conclusiones erróneas y desarrollar relaciones saludables. Finalmente, es importante explicar a los otros porqué esperamos lo que esperamos e intercambiar promesas sobre qué comportamientos nos comprometemos desarrollar en el futuro y que es también lo que esperamos de los otros en ese futuro.

Decisiones Difíciles

Decisiones Difíciles
Por Damian Goldvarg

Todos estamos tomando decisiones continuamente. Desde la ropa que nos ponemos por la mañana, lo que comemos para almorzar, hasta lo que vamos a ver por la televisión. Algunas decisiones son automáticas y no requieren de mucha reflexión. Pero hay decisiones que pueden ser más difíciles porque implican a otras personas o pueden tener consecuencias duraderas. Es decir, que hay decisiones que van a afectar a otros y con las que vamos a tener que vivir, a veces, por el resto de nuestras vidas. Esas decisiones no se pueden tomar ligeramente. Requieren una evaluación cuidadosa. En esos momentos es cuándo podemos encontrar dificultad para pensar claramente porque nuestras emociones pueden estar haciendo cortocircuito. Nuestros sentimientos muchas veces no nos permiten identificar claramente las consecuencias de estas decisiones. Por ejemplo, el miedo puede ser un gran enemigo en los momentos de tomar decisiones importantes. Un poco de miedo es necesario. Si hacemos elecciones fríamente y no tomamos en cuenta como afectará a otras personas, podemos llegar a perder relaciones que valoramos. En ciertos momentos perder estas relaciones es lo necesario para alcanzar nuestros objetivos o quizás sean relaciones de las que necesitamos tomar distancia. Pero otras veces no es le caso. El miedo también puede ayudarnos a adelantarnos y prever las posibles consecuencias negativas de nuestra decisión. Pero si el miedo nos paraliza y no nos dejar tomar la decisión que necesitamos hacer, el resultado puede ser que perdamos oportunidades importantes para nosotros u otros. A veces el miedo es ridículo. Por miedo no nos acercamos a hablar con alguien que no conocemos o pedir algo que necesitamos. Por miedo a lo desconocido podemos quedarnos en trabajos que no nos satisfacen o en relaciones que no son saludables. Es importante darse cuenta que no tomar una decisión, es una decisión en sí misma. Es decir, si decidimos no hacer nada y quedarnos en nuestro trabajo, seguir viviendo en un lugar que no nos gusta, o seguir una amistad con personas que no comparten nuestros valores, entonces estamos decidiendo no tomar una decisión. Eso no es bueno ni es malo. En la vida no hay garantías de nada. Hay algunas preguntas que pueden ayudarnos en estos momentos: ¿Hay algo en nuestra vida incompleto, que no hemos terminado y que nos gustaría completarlo? ¿Qué es lo que realmente queremos? ¿Qué necesitamos hacer para lograrlo? ¿Estamos conformes con nuestras vidas o nos contentamos solamente con lo que tenemos?¿Estamos prorrogando una decisión por mucho tiempo porque estamos paralizados por el miedo? Muchas personas prefieren postergar la decisión para el futuro y no se dan cuenta que ese futuro nunca llega. Si necesitas tomar una decisión difícil hay algunas cosas que puedes tener en cuenta: identifica una persona que consideres que tiene la información o experiencia de vida necesaria para aconsejarte. Tus amigos puede que sean o no los mejores consejeros. Al final de cuentas, tú eres el que va a vivir con la decisión, así que debe ser solo tuya, pero otras personas te pueden ayudar no a tomar la decisión pero a ver otras posibles perspectivas. La mejor ayuda que puedes pedir no es la opinión sobre que decisión debes de tomar, pero ideas que te ayuden a tí a tomarla. Otras perspectivas, otros ángulos, otras posibilidades que quizás no habías tenido en cuenta. Segundo, evalúa los “pro” y los “contra”. En una hoja de papel escribe todas las ventajas y desventajas de cada decisión. Sigue un razonamiento usando la lógica. El verlo escrito ayuda a clarificar y pensar más efectivamente. Tercero, evalúa diferentes escenarios. Es decir, reflexiona sobre las posibles consecuencias de cada decisión. Cierra los ojos y visualízate a ti viviendo las consecuencias de cada decisión. En este caso en vez de enfocarte en la lógica y las razones, te enfocarás en una perspectiva global que incluye a las emociones. Cuarto, hazte la pregunta, ¿Qué es lo peor que puede pasar? Cuando tengas la respuesta, vuélvete a hacer la pregunta y haz lo mismo varias veces. Al final, probablemente, te darás cuenta que la peor de todas las consecuencias quizás no es tan mala como te lo imaginabas. Finalmente, cuando tengas que tomar una decisión recuerda que toda elección implica ganar algo y perder algo. Siempre hay que elegir hacer o no hacer algo. Si lo que vas a perder es muy importante para ti y es mayor que la ganancia, entonces quizás lo mejor es mantener el “status quo” (dejar las cosas como están). De una manera u otra, tomar decisiones difíciles no debe de hacerse a la ligera. Encuentra un momento para caminar por la playa o el parque o en el gimnasio para reflexionar y busca apoyo emocional si es necesario. A veces, nos arrepentimos de las decisiones que tomamos. Somos humanos y eso es parte de estar vivos. El poder aprender de esas experiencias es lo que nos permite no cometer los mismos errores en el futuro.

Friday, February 16, 2007

Rechazando a lo desconocido

Rechazando lo desconocido.
Por Damian Goldvarg, Ph.D.

Los seres humanos tendemos a acercarnos y abrazar a las cosas que nos gustan y son familiares y a rechazar aquello que nos disgusta por que no lo entendemos, desconocemos, o nos incomoda. Si exploramos aquellas cosas que rechazamos, podemos identificar cosas que van en contra de nuestras creencias, gustos, o valores. Por ejemplo, podemos rechazar comidas que hemos probado y no nos han gustado. Podemos rechazar prendas de vestir de determinados colores o cortes que no son nuestro estilo. Podemos alejarnos de personas con ideas políticas o formas de vida diferentes a las nuestras, o con las que hemos tenido experiencias negativas. Lo que puede ser una gran pérdida en nuestras vidas es cuándo evitamos personas y situaciones que aunque sean incómodas pueden ser fuentes de aprendizaje y crecimiento. ¿Puedes identificar cuáles son las cosas que tiendes a rechazar? ¿Estás convencido que eso que te disgusta tiene razones suficientemente fuertes como para hacerlo? A veces evitamos situaciones porque siempre lo hemos hecho, sin reflexionar y cuestionar porque hacemos lo que hacemos. Es una inercia que nos hace olvidar quiénes somos y qué valoramos como seres humanos. A veces nos convertimos en “robots” que repetimos nuestras rutinas y que no queremos que sean perturbadas de ninguna manera. Eso que es transparente y obvio nos hace olvidar a veces qué es lo realmente importante. Quizás eso que te incomoda es una situación que te confronta con cosas en las que no quieres pensar o con tus propias vulnerabilidades. Por ejemplo, cuando conocemos a una persona que no nos cae bien, algunas veces es porque observamos comportamientos que no nos gustan de nosotros mismos o de alguien cercano, familiar. Es como vernos en un espejo que no queremos ver y que preferimos sacarlo de enfrente de nuestras narices. Otras veces son personas que desafían nuestras creencias y eso puede producir un poco de inseguridad. ¿Qué problema hay que otras personas tengan otras necesidades, creencias, otras percepciones del mundo? El pensar diferente puede ser una fuente de aprendizaje si tenemos la amplitud de criterio y estamos dispuestos a ampliar nuestras perspectivas. He observado que muchas veces los hombres más homofóbicos o que tienen actitudes negativas hacia los homosexuales son los que se sienten más inseguros de su propia sexualidad. ¿Por qué necesitan rechazar en forma tan agresiva a los gays? Muchas veces es porque les cuestiona su propia sexualidad. A veces también observo en la comunidad gay el rechazo a los transexuales. Y creo que se aplica la misma dinámica. Ese rechazo puede ser producto del propio miedo a su parte “femenina”. Quizás rechacemos a personas no sólo de una orientación sexual diferente a la nuestra pero por pertenecer a un grupo étnico diferente del nuestro. Por ejemplo, he escuchado a muchos latinos rechazar a asiáticos sin tener mucho conocimiento de sus costumbres o tradiciones. Creo que un factor clave en el rechazo a lo desconocido es justamente que es desconocido. Lo que no conocemos puede desafiarnos, darnos inseguridad, y por qué no, miedo. Cuándo aprendemos sobre lo que no conocemos y pasa a convertirse en algo más “familiar”, hay más posibilidades que éso que desconocemos sea una fuente de rechazo menor. Te invito a que explores en tu vida cuáles son las cosas y personas que rechazas e identifiques porqué lo haces. Una vez que tengas todas las razones, separa aquello que va en contra de tus creencias fundamentales de aquellas situaciones en las que no encuentras ninguna explicación. Te sorprenderá encontrar que muchas de las cosas que rechazas no tienen una fundamentación profunda y que estas perdiendo oportunidades que pueden dar a tu vida una nueva dimensión.

Resignación: tu definición de la realidad

Resignación: tu definición de la realidad
Por Dr. Damian Goldvarg

Recientemente escuché a varias personas hacer comentarios con resignación en relación a no encontrar pareja y me pareció un tema interesante para explorar. No me enfocaré sólo en relaciones, sino también, en cualquier aspecto de nuestra vida en la que estemos resignados. Pero, ¿qué significa estar resignados? Estar resignados significa creer que el cambio no es posible. Que la realidad es de una manera determinada (que nosotros hemos decidido) y que no hay posibilidad para otras realidades. El futuro ya está determinado. Por ejemplo, cuando un amigo me dice: “No creo que vaya a conseguir pareja, me voy a quedar soltero para el resto de mi vida”. Esa creencia puede crear esa realidad. Nuestras creencias determinan lo que es posible y lo que no lo es. A veces, esto sucede en forma consciente y otras, no tanto. Pero nos comportamos de manera que creamos esa realidad. Si uno cree que no va a poder conseguir algo, lo más probable es que eso suceda. Hay realidades físicas que no van a permitir ciertas cosas: no vamos a ser más jóvenes, cambiar el clima, o cambiar el pasado. Sin embargo, hay cosas que sí están en nuestras manos. Cuando confronto a las personas con sus creencias negativas a veces me dicen: “No soy pesimista, soy realista”. El problema está en la definición de la realidad. ¿Qué es la realidad? El diccionario la define como “existencia real y efectiva de algo; todo aquello que existe, en oposición a la apariencia, aquello que verdaderamente sucede”. Pero si mi realidad es diferente a la tuya ¿Qué es lo que es real? Por ejemplo, cuando viajo por trabajo siempre creo que voy a ser capaz de tomar el próximo vuelo, de que no voy a perder el avión aunque esté retrasado. Hace poco estaba trabajando fuera del país con un colega y el primer avión se había retrasado. Era viernes por la noche y los dos estábamos muy cansados y queríamos estar de vuelta en casa lo antes posible. El dijo: “No vamos a llegar a casa hasta mañana”, yo le contesté “Llegaremos hoy por la noche, como lo tenemos planificado”. Le hice correr por el aeropuerto y la puerta del segundo avión se cerró detrás de nosotros. Si yo no hubiera creído en la posibilidad de alcanzar el avión, no hubiera corrido, no hubiera vuelto a casa esa noche. Si mi colega hubiera estado solo, probablemente él se hubiera tenido que quedar a pasar la noche en la ciudad en la que estábamos de paso. Creo que este es un buen ejemplo de cómo interpretamos la realidad. La situación era la misma, pero nuestra realidad era diferente. Mi creencia hizo posible una realidad diferente. Me puedes decir: “tuviste suerte”. Y te puedo contestar sí y no. Sí, porque alcancé al avión, y no, porque corrí e hice todo lo que estaba a mi alcance para lograrlo. A veces en la vida uno hace todo lo que puede y todavía no logra alcanzar sus metas. Hay cosas que están fuera de nuestro control. Pero hay cosas que podemos controlar. Si estás en una situación que no te hace feliz, pero crees que es lo que te mereces, quizás así sea, porque eso es lo que crees. Si no estás conforme en tu trabajo, con tu relación de pareja o dónde estás viviendo y crees que no hay otras posibilidades para ti, quizás tu resignación te está atrapando y no permitiéndote vivir la vida que realmente quieres. Te invito a que explores en tu vida las áreas de resignación, dónde crees que hay cosas que no son posibles para ti e identifiques si en realidad son tus creencias las que te están obstaculizando alcanzar algún sueño.

Si te sacaras la lotería

Si te sacaras la lotería
Por Damian Goldvarg

En una platica con amigos, con los que compartí un billete de lotería Navideña, cada uno expresó que haría si se ganaría la lotería. En este artículo quiero invitarte a explorar tus fantasías en relación a este sueño. Todos tenemos fantasías de qué haríamos si recibiéramos del cielo una cantidad de dinero considerable. Algunas personas dedican mucho tiempo a estos pensamientos, otros no tanto. Por lo general, no soy amigo de comprar billetes de lotería porque creo que la posibilidad de ganarla es ínfima. Pero si no compras el billete la posibilidad es nula. Me hace recordar al chiste de la señora que le reprocha a Dios de porqué no gana la lotería y Dios le dice, primero necesita comprar el billete! Ahora seriamente, ¿Qué harías tú si ganaras la lotería? Quizás la respuesta la tengas lista, quizás necesites reflexionar un poco, puesto que lo que querías hacer en el pasado no es lo mismo que quieres hacer ahora. Por lo general, la gente en el caso de ganar se compraría propiedades y autos, satisfacer necesidades que les darían una mayor tranquilidad económica. Muchos piensan en compartir el dinero con sus seres queridos, comprarles una casa, o ayudarles de alguna manera para aliviar su situación económica o a desarrollarse en sus profesiones. En nuestra plática la mayoría de gente usaría el dinero para viajar. Tomarse unas vacaciones extensas y disfrutar de un viaje junto a su familia y seres queridos. Y si es más de un año, mejor. Lo interesante es que nadie dejaría de trabajar. Solo se tomarían un descanso mayor al que les corresponde. Es que hoy en día, no tenemos tiempo suficiente para recargar nuestras baterías. No querer dejar de trabajar, lo considero un lujo, puesto que no a todos les gusta su trabajo. Pero si te gusta tu trabajo, ya estás dentro de los afortunados que preferirían seguir trabajando aunque no lo necesitaran. Al fin y al cabo, trabajar no es sólo ganarse la vida, es una forma de expresión, una forma de contribuir o de hacer una diferencia en este mundo. A veces de dar significado a tu vida. Cuando el trabajo no te da esa oportunidad, tus pasatiempos, actividades deportivas o artísticas, pueden darte eso que no te da tu trabajo. A veces actividades como cocinar, jardinería, trabajar como voluntario en organizaciones que ofrecen servicios a la comunidad, tienen ese papel. Pero si en tu caso, tu trabajo no te satisface, probablemente prefieras no trabajar del todo. Lo interesante para preguntarnos es qué harías con tu tiempo libre, además de viajar y conocer lugares interesantes o exóticos, qué elecciones harías en relación con el manejo de tiempo libre. A muchas personas les es muy difícil pensar en tiempo libre, puesto que es algo que desconocen. Cuando finalmente tienen tiempo libre, se aseguran de ocuparse con algo más. Es que el ritmo acelerado de nuestras vidas, muchas veces no nos permite pararnos a reflexionar sobre las elecciones que hacemos con nuestro tiempo y cómo lo manejamos. Personalmente, creo que el tiempo compartido con nuestros seres queridos es una de las mejores inversiones que podemos hacer. Cualquier actividad que implique “dar” a otros, también es tiempo bien usado. Finalmente, cualquier cosa que hagas con tu tiempo que sea una inversión en tu salud física, mental o emocional o que te permita un balance entre las tres, no tiene precio. El dinero alivia las tensiones, pero no te da necesariamente ni la salud ni el amor de la gente que te rodea.
Te invito a reflexionar sobre cómo manejas tu tiempo y las elecciones que haces. Quizás te des cuenta que ya te has sacado la lotería y ni siquiera te habías dado cuenta!

Formas de Lidiar con la realidad

Formas de lidiar con la realidad
Por Damian Goldvarg

Todos necesitamos mecanismos para descansar de las presiones de la vida cotidiana. El tomar distancia de la realidad por algunos momentos nos permite lidiar con ella en forma más efectiva. El problema ocurre cuando ésta se transforma en una adicción, como ser: las drogas, el alcohol, el sexo (desmedido o compulsivo), o cualquier actividad que termine dañando nuestra salud, nuestras relaciones y que pueden llegar a destruir nuestras vidas. En otras palabras, distraernos o eludir nuestras preocupaciones laborales, económicas, familiares o de cualquier otra índole en forma responsable puede hacer la realidad más llevadera, pero los extremos generalmente llegan a ser muy destructivos. Un vaso de vino o una cerveza para relajarnos puede ser reconfortante pero cuando necesitamos más para relajarnos podemos vernos en problemas. Y lo podemos evaluar no solo por la cantidad que se consume sino también por la frecuencia con la que se dedica tiempo a estas actividades. Pero hay otras maneras de distanciarse de la realidad que son menos destructivas y que pueden ser más o menos saludables, productivas, o con distinto tipo de consecuencias. Por ejemplo, una forma muy común es pasarse horas en frente de la televisión. No tengo nada en contra de ver la televisión. A mi me gusta ver las noticias, películas y seguir uno o dos programas de vez en cuando. Sin embargo, conozco personas que cuando llega de sus trabajos, cansados y sin fuerzas, se queda hipnotizados frente al televisor por horas. A veces hasta sin discernir buena televisión de la “basura” (de muy mala calidad). El distraerse es bueno, pero la dependencia de la televisión no es muy productiva. Hay programas que favorecen el pensamiento reflexivo pero hay muchos que lo destrozan. Hay gente que no puede estar en sus casas o en hoteles en silencio. Lo primero que hacen al entrar es prender la televisión para recibir la compañía de cualquier cosa que permita distraerlos. Hay matices en la dependencia a la televisión y no juzgo a los que se quedan prendidos a ciertos programas porque yo he seguido series que han sido fuente de conversación con mis amigos. La clave es evaluar la cantidad de tiempo y calidad de programación elegida. Hay otras maneras de evadir la realidad que pueden ser más productivas como la actividad artística, cocinar, jardinería, deportes, o ir al gimnasio. Podemos ser críticos de los que se la pasan la vida en el gimnasio y que están demasiado pendientes de su figura física. Sin embargo, cuándo hacemos ejercicio físico generalmente nos distraernos. Es difícil enfocarnos en nuestro cuerpo y mente al mismo tiempo. Es por eso que a mucha gente le gusta mucho bailar. Bailar es saludable y muy efectivo como actividad para desconectarnos de la realidad. Cuando se baila se está pendiente en la música, nuestro cuerpo y a veces, con suerte, la persona que baila con nosotros. Cuándo hacemos el amor, también, por lo general, no estamos pensando en otra cosa. Otra actividad que permite olvidarnos de nuestra realidad, un poco más intelectual es el leer (si podemos concentrarnos). Leer no solamente libros para aprender cosas nuevas sino también leer libros de ficción. Historias que nos entretienen y que a veces nos pueden dejar mensajes para pensar. Creo que la actividad de la lectura es otra forma saludable de lidiar con el asunto. El problema es nuevamente los extremos, Me llama la atención muchas veces en vacaciones que hay gente que se lleva libros y se la pasa leyendo. Como si no pudieran estar sin hacer nada durante sus vacaciones. Aunque sea repetitivo, todo extremo puede ser un problema. ¿Qué haces tú para distanciarte de la realidad? Algo que puede servirnos es reflexionar sobre qué es lo que hacemos nosotros para lidiar con la realidad. Te invito a que evalúes tus actividades y que decidas si estás conforme con ellas o te gustaría hacer algo más productivo y satisfactorio. El evaluar nuestra realidad y decidir como queremos distanciarnos de ella puede ayudarnos a tener un poco más de control sobre qué hacer al respecto.

Reaccionando a las sorpresas que nos da la vida

Reaccionando ante las sorpresas que nos da la vida
Por Damian Goldvarg

El sólo hecho de estar vivos implica que tarde o temprano vamos a enfrentarnos con sorpresas, ya sean agradables o no tanto. Podemos prepararnos para enfrentar posibles desavenencias, pero pase lo que pase, la realidad no va a dejar de sorprendernos. Aunque la vida nos puede dar sorpresas muy agradables a las cuales también nos tenemos que adaptar, en este caso, me enfocaré en las sorpresas que preferiríamos no encontrar en nuestro camino. Por ejemplo, el otro día estaba parado en un semáforo esperando para doblar a la derecha y alguien distraído (hablando por celular, por supuesto) chocó a un auto detrás del mío e hizo un choque en cadena. Aunque el accidente acabó siendo nada serio, hizo que mi celular, que estaba ubicado en el asiento de acompañante, volara por los aires. Me bajé del auto pensando que ese día hubiera sido mejor quedarme en casa. Pero ya era tarde. En el instante, mientras me estaba bajando del auto, a la vez que estaba agradecido porque no me habían lastimado, pensaba que tener que lidiar con el auto no me causaba ninguna gracia. Llevar el auto al mecánico no es algo que le guste hacer a nadie. Gracias a Dios no había daños visibles en mi auto, seguí caminando y chequeando los otros tres autos detrás del mío y todos parecían estar bien. En ese momento me sentí afortunado de que dentro de la mala suerte de haber sido chocado por detrás, tuve la buena suerte de que no me lastimara y de que mi auto no hubiera sufrido ningún daño. Pero en ese momento, antes de ver y determinar la gravedad del accidente, pasaron por mi cabeza un montón de ideas. Y esas ideas son las que se nos ocurren cuando nos pasa algo no planificado que produce una ruptura en nuestras vidas. Esa ruptura o “quiebre” de lo cotidiano puede desconcertarnos pero definitivamente llama nuestra atención. Cuando nos pasan este tipo de cosas no nos queda más que evaluar como es nuestra realidad. No nos podemos escapar. Un quiebre o ruptura de lo cotidiano, la mayoría de las veces, no es agradable e implica consumir energías extras, trabajo extra, malasangre, reacciones emocionales con consecuencias en nuestra salud física, emocional o espiritual. Pero los quiebres también son muy buenos maestros. Nos recuerdan lo afortunados que somos cuándo todo nos sale bien, nos recuerda todo lo que damos por hecho, las garantías falsas con las que vivimos y sobre todo lo frágiles que podemos ser.
¿Podemos prepararnos para los quiebres? La mayoría de las veces el quiebre es menos importante que nuestra reacción al mismo. Es decir, que lo que nos pasa es lo que nos pasa, pero el significado que le damos a lo que nos pasa es lo que hace la diferencia. Como resultado del accidente podría haberme sentido una víctima, y no lo hice. Me sentí tan afortunado de que no le hubiera pasado nada a nadie , ni a los autos que seguí mis planes para la noche porque no quería llegar tarde. Y eso que hubiera tenido una muy buen excusa para llegar tarde! Los que me conocen saben que no me gusta llegar tarde a ningún lado. Ni siquiera intercambié los teléfonos. Pero les mentiría si les dijera que lo que pasó no me hizo reflexionar. Me puse a pensar en muchas cosas, sobre como nos puede acontecer cualquier cosa en cualquier momento, sobre la suerte y la mala suerte, sobre posibles reacciones ante una situación inesperada, sobre como necesitamos que nos pase algo para detener la “máquina”; ese vivir como autómatas, y mirar alrededor para darnos cuenta de lo afortunados que somos. A fin de cuentas, tengamos lo que tengamos, pase lo que nos pase, la posibilidad de dar nuestro propio significado a los sucesos nos da poder para relacionarnos con esos hechos de una manera más saludable y relajada. Si el accidente hubiera sido más serio quizás mis conclusiones serían diferentes. De todas maneras, en cualquier caso, creo que lo más importante ante los quiebres, es recordar que le podemos dar el significado que queramos, evaluar la situación y actuar con la ayuda de los que nos quieren sin ponernos en lugar de víctimas y tomando responsabilidad por recomponernos de la sorpresa con dignidad, energía, paciencia y perdonando a los otros y a nosotros mimos.

Thursday, February 15, 2007

Introducción

Este blog tiene como objetivo compartir mis escritos para generar reflexión sobre temas de desarrollo personal. Espero que las lecturas ofrezcan oportunidades para pensar sin necesidad de estar de acuerdo con mis pensamientos. Me gustaría que compartieran sus ideas y reacciones frente a lo que propongo.
Hasta pronto,
Damian